Escrito en el libreto de Dios
Leslie Basham: Nancy Leigh DeMoss nos dice: Cuando Dios guió a Su pueblo a destruir Jericó, Él escogió salvar a una prostituta.
Nancy Leigh DeMoss: Dios no miró a Jericó y dijo, “oh, ahí hay una buena mujer. Creo que la rescataré antes de juzgar la ciudad”. ¿No es interesante, que Dios escogiera plantar semillas de fe y de gracia en el corazón de una mujer que era un fracaso, que era rechazada, alguien vil, alguien que no era noble? Ella estaba en el extremo inferior de la escala social y moral, pero Dios dijo, “Esa es la mujer que Yo quiero salvar”.
Leslie: Esto es Aviva Nuestros Corazones con Nancy Leigh DeMoss en la voz de Patricia de Saladín.
Si alguna vez te has sentido como un fracaso, recibe esperanza hoy mientras comenzamos a estudiar la vida de una heroína de la Biblia muy …
Leslie Basham: Nancy Leigh DeMoss nos dice: Cuando Dios guió a Su pueblo a destruir Jericó, Él escogió salvar a una prostituta.
Nancy Leigh DeMoss: Dios no miró a Jericó y dijo, “oh, ahí hay una buena mujer. Creo que la rescataré antes de juzgar la ciudad”. ¿No es interesante, que Dios escogiera plantar semillas de fe y de gracia en el corazón de una mujer que era un fracaso, que era rechazada, alguien vil, alguien que no era noble? Ella estaba en el extremo inferior de la escala social y moral, pero Dios dijo, “Esa es la mujer que Yo quiero salvar”.
Leslie: Esto es Aviva Nuestros Corazones con Nancy Leigh DeMoss en la voz de Patricia de Saladín.
Si alguna vez te has sentido como un fracaso, recibe esperanza hoy mientras comenzamos a estudiar la vida de una heroína de la Biblia muy poco convencional. Aquí está Nancy en una serie llamada, Rahab y el hilo de la redención.
Nancy: Durante la década de los ochenta, yo era la productora ejecutiva de un programa especial, en un horario estelar, que salía al aire a través de todos los Estados Unidos, y se llamaba “América: eres muy joven para morir”. Este programa especial, este especial de televisión, involucraba algunas recreaciones dramatizadas de escenas históricas, y por eso necesitábamos algunos actores.
Contratamos a un director de Hollywood para ayudarnos a seleccionar diferentes actores para actuar varios de estos roles, como Ben Franklin y Abraham Lincoln. El director de reparto tomó a estas personas que aplicaron para esta posición y los evaluó, revisó su resumé de trabajo, lo que habían hecho, su historial, su entrenamiento, su experiencia, sus habilidades— para ayudarnos a determinar quién sería el adecuado para cada uno de estos papeles diferentes.
En nuestro ministerio, yo estuve involucrada por un número de años en el departamento de recursos humanos, involucrada en contratar personal para nuestro ministerio. Mientras estábamos en el proceso les decíamos que llenaran un formulario y luego les pedíamos algunas referencias, personas que pudieran atestiguar de su carácter, y les decíamos, “¿Tienes una referencia de un pastor, o algún antiguo empleador?”
Con esta aplicación y estas referencias, estábamos tratando de revisar a estas personas. Queríamos saber qué habían hecho, cuál había sido su empleo anterior, en qué habían estado involucrados, y de nuevo, queríamos ver si eran adecuados para esas diferentes posiciones que teníamos en nuestro personal.
La Escritura, la Palabra de Dios, es realmente una historia, y es un drama. Es un drama de redención, y hay roles que Dios tiene para diferentes personas en ese drama. Y en ese drama, Dios trabaja con diferentes grupos de personas, como los Israelitas en el Antiguo Testamento, o Su iglesia en el Nuevo Testamento. Dios trabaja con individuos. Él reparte los papeles. Él los usa en diferentes roles para cumplir Sus propósitos redentores en este mundo.
Cuando Dios está trabajando en el reparto que desea usar o cuando Él está reclutando a personas para actuar una parte en este drama de la redención, nunca cesa de sorprenderme que Dios no usa el mismo criterio que nosotros usamos cuando estamos haciendo el reparto para un especial de televisión o cuando reclutamos a alguien para un puesto de personal. Dios a menudo escoge gente que es completamente diferente al tipo de persona que nosotros hubiéramos seleccionado si nosotros hubiésemos estado encargados de hacer el reparto o de reclutar el personal.
Pienso en Samuel por ejemplo, en el Antiguo Testamento, cuando fue mandado por Dios para ungir y nombrar un rey para Israel. Samuel era un profeta, y él era un hombre piadoso. Él tenía sus ideas de cómo se vería el candidato perfecto, pero Dios era el director de repartos. Dios tenía un conjunto diferente de criterios, y así Dios le dijo a Samuel, “no te enfoques en las características obvias, las externas”. Dios le dijo, “el hombre mira la apariencia exterior, pero el Señor mira,” ¿Qué mira el Señor? “el corazón,” el Señor mira el corazón”.(1 Sam. 16:7b)
En esta serie, queremos ver a una mujer en el Antiguo Testamento una mujer quien jugó un papel importante en el drama de la redención, alguien quien si nosotros hubiéramos sido el director de repartos para una película cristiana, o si hubiéramos sido el director de reclutamiento para un ministerio, probablemente ni hubiéramos considerado a esta mujer para el trabajo. Si la Escritura no hubiera hecho resaltar a esta mujer, y si Dios no la hubiera incluido en el libreto, probablemente ella hubiese sido considerada como una fracasada o una insignificante.
En realidad, se hubiera quedado en el olvido. No tuviéramos ni idea de quién fue ella. Ciertamente no estuviéramos sentadas aquí hablando acerca de su vida hoy, pero estoy tan agradecida que Dios es el director de reparto, no solo en aquellos tiempos, sino que también lo es hoy en día. El hecho es que, Dios escoge y usa a veces a los menos indicados, a los que nosotros pensaríamos que son los menos adecuados para el trabajo.
El Antiguo Testamento dedica un capítulo entero y parte de otro a la historia de esta mujer, y luego en el Nuevo Testamento, hay tres referencias sobre ella. Ella es un personaje del Antiguo Testamento pero con tres referencias de ella en el Nuevo Testamento, y cada una de esas referencias la coloca en un contexto muy significativo.
Durante los próximos programas, vamos a ver su historia, primero en el Antiguo Testamento. Luego vamos a rastrearla en el Nuevo Testamento y vamos a ver como Dios la usó. Así que déjame pedirte que vayas a tu Biblia, si la tienes contigo, al libro de Josué; el libro de Josué, capítulo dos.
Ahora, déjame exponerte el escenario aquí. Los hijos de Israel han pasado 400 años de esclavitud en Egipto. Luego Dios los libertó, los llevó por el Mar Rojo, los liberó de su cautividad, pero han pasado 40 años errantes en el desierto por su incredulidad. Dios quiere llevarlos a la Tierra Prometida, y ahora finalmente se están preparando para entrar a la tierra.
Josué, por quien es nombrado este libro, fue el sucesor de Moisés el sucesor como líder de los hijos de Israel, y los israelitas están acampando a varias millas al éste del rio Jordán. La Tierra Prometida está al Oeste del rio Jordán; los hijos de Israel están al Este del Rio Jordán, así que, ¿Qué se interpone entre ellos y la Tierra Prometida? El rio Jordán.
Esa es la frontera, y están acampados en el lugar que, en la Escritura, la mayoría de sus versiones, se le llama Sitim, S-i-t-i-m. Josué manda secretamente a dos hombres a la tierra para revisarla, para ver cómo es, y regresar con un reporte. Así que leemos en Josué 2 versículo 1,
“Josué el hijo de Nun, envió secretamente desde Sitim a dos espías, diciendo: ‘Id, reconoced la tierra, especialmente Jericó.’ Fueron, pues, y entraron en la casa de una ramera que se llamaba Rahab, y allí se hospedaron.”
Ahora, vamos a parar aquí y vamos a ver el trasfondo aquí. Estos dos hombres cruzan el río Jordán. Atravesaron el río por el vado. Caminaron por el agua, y van a este pueblo de Jericó, que está localizado como a cinco millas al Oeste del río Jordán.
Es una ciudad importante. La estudiaremos con más detalle en esta serie. Es un cruce importante, por así decirlo. Una vez hayas pasado Jericó, puedes seguir una carretera al Norte o al Sur a Palestina. Desde Jericó, los hijos de Israel podrían conquistar las otras ciudades que Dios quería que tomaran para que la Tierra Prometida fuera de ellos.
Los dos hombres cruzaron el río, y fueron a Jericó. La primera persona que se nos presenta en la Tierra Prometida, es una mujer llamada Rahab. Ahora, no se nos dice cómo los dos espías llegaron a la casa de Rahab, pero no hay duda de que la providencia de Dios estaba involucrada en dirigirlos a esa casa en particular y a esa mujer en particular, a Rahab.
Hablaremos un poquito más en la próxima sesión acerca de cómo fue que pudieron haber llegado allí, pero por el momento, veamos en esta sesión el trasfondo de Rahab. ¿Qué conocemos de ella? ¿Qué tipo de mujer era ella?
Primero, su trasfondo cultural— sabemos que ella vivía en la ciudad de Jericó, la cual era una ciudad importante en Canaán. Ella era cananea; a veces verás a las personas de Canaán llamados amorreos. Esos términos generalmente son usados, intercambiablemente en las Escrituras. Cuando ves cananeos o amorreos, usualmente se refiere a las personas que vivían en esta área de Palestina en ese tiempo.
Los cananeos, los amorreos habían sido una cultura malvada, violenta y pagana por siglos, regresando atrás hasta los tiempos de Abraham. Un diccionario bíblico que leí decía que los amorreos representaban todo lo abominable ante los ojos de Dios. Los amorreos, los cananeos, de los cuales Rahab era una, odiaban todo lo que Dios amaba, y amaban todo lo que Dios odiaba.
A través del Antiguo Testamento, encontrarás referencias repetidas de la corrupción y de la maldad de los cananeos, de los amorreos. De hecho, cuando Dios, más tarde en la historia de los hijos de Israel, quería señalar la maldad de Su propio pueblo y Él no podía pensar en algo peor con que relacionarlos o compararlos, él usaba a los amorreos para compararlos.
En Ezequiel capítulo 16, Él le dijo a los israelitas, “tu padre era amorreo y tu madre hetea” (v.3). En otras palabras, eres igual que tus padres. Estás actuando igual como esta gente pagana. Estás actuando como si de allí fuera de dónde vienes.
“Has caminado en sus caminos, y has hecho de acuerdo a sus abominaciones,” le dice Él a los hijos de Israel. Él dice, “tú confiaste en tu hermosura, te prostituiste a causa de tu fama y derramaste tus prostituciones a todo el que pasaba” (v.15). Él está diciendo que así eran los cananeos. Así eran los amorreos. Y de ahí venía Rahab.
Dios le prometió a Abraham y a sus descendientes, cientos de años antes, que un día Él le daría a Su pueblo derechos sobre la tierra de Canaán, y Dios le dijo a Abraham por qué. Les dijo, “por causa de estas abominaciones que esta gente ha cometido, el Señor tu Dios expulsará a esas naciones,” los cananeos y los amorreos, “de delante de ti” (Deut. 18:12). Dios dijo, “los voy a arrojar fuera de la tierra. Su maldad es tanta que los voy a traer a juicio, y te voy a dar a ti y a los hijos de Israel los derechos de la tierra.”
Así que cientos de años antes de Rahab —y este trasfondo ayuda a darnos un contexto de su vida — cientos de años antes, Dios declaró que Su juicio caería en los cananeos y que a la simiente de Abraham, la semilla judía, se le daría la tierra. Pero Dios le dijo a Abraham, “No lo voy a hacer todavía. Todavía no es el tiempo correcto”.
“Primero,” Dios le dijo a Abraham—y regresamos a Génesis capítulo 15 para leer esta profecía—Dios le dijo, “Ten por cierto que tus descendientes [hablándole a Abraham], serán extranjeros en una tierra que no es suya, donde serán esclavizados” (v.13). ¿De qué lugar está hablando? Está hablando de la tierra de Egipto donde los Israelitas fueron esclavos por 400 años.
“Y serán oprimidos” dice él por, “cuatrocientos años” (v.13). Esa es la referencia a la esclavitud de los hijos de Israel en Egipto, y luego Dios les dice a los hijos de Israel que “en la cuarta generación ellos regresarán acá,” lo cual en aquellos tiempos, una generación era medida como 100 años. “ellos regresarán acá porque hasta entonces no habrá llegado a su colmo la iniquidad de los amorreos” (v.16).
¿Qué quiere decir todo esto? Dios había esperado por cientos de años mientras sus hijos sufrían en Egipto. ¿Qué estaba haciendo Dios? Él no quería que ninguno se perdiera.
Dios quería darles a los cananeos, los amorreos, una oportunidad de arrepentirse, de tornarse de su iniquidad. Así que por 400 años, Dios extendió Su gracia. Dios extendió Su misericordia mientras Su pueblo, a quien le pertenecía la tierra, estaba sufriendo en Egipto.
Acuérdate cuando estés sufriendo, que quizás no sea por tus propios pecados. Podría ser que Dios está queriendo darle a alguien más la oportunidad de arrepentirse para que no se pierda. Pero los amorreos, los Cananeos, no se habían arrepentido. Ahora, su copa de iniquidad estaba llena. Se estaba desbordando, y era el tiempo para que fueran juzgados.
Esa destrucción, ese juicio de los amorreos, tomó lugar, se cumplió, en el libro de Josué cuando Josué y los Hijos de Israel marcharon dentro de la tierra. Destruyeron a los cananeos como Dios les dijo que hicieran, y se establecieron en la tierra.
¿Qué era tan malvado de estos Cananeos? ¿De qué se les estaba juzgando? Bueno, en el libro de Levítico en el capítulo 18, Dios les dio a Sus hijos una serie de leyes, leyes en contra del incesto, adulterio, bestialismo, el sacrificar niños a dioses paganos. Dios dijo, “No puedes hacer ninguna de estas cosas. Son abominación para Mí”.
Esas eran prácticas que los amorreos y los cananeos estaban haciendo como su estilo de vida. Ellos eran enemigos de Dios, y Rahab había crecido en esa cultura. Ella era parte de esa cultura. Ella era producto de esa cultura.
Ahora, no solo vemos su trasfondo cultural si no también su trasfondo religioso. Como todos a su alrededor, como todos los otros cananeos y amorreos, ella era una pagana. Ella era una idólatra.
Los cananeos adoraban muchos dioses. Tenían capillas, templos, ídolos en todos lados a través de la tierra de Canaán, y sus prácticas religiosas incluían cosas como la prostitución ritual, y sacrificios de niños. Ahora, estas cosas son inimaginables para nosotros, pero ellos estaban involucrados como parte de su religión en estos indescriptibles hechos.
Rahab no conocía otra cosa. Ella no tenía la Palabra escrita de Dios. Nunca había oído a un predicador. No tenía una iglesia. No conocía a ningún otro creyente. Ella se crió en total, absoluta oscuridad espiritual.
¿Cuál era su trasfondo moral? Hemos visto su trasfondo cultural, su trasfondo religioso. Y ahora ¿Qué tal su trasfondo moral? Bueno, se nos dice que era una prostituta. Algunas de sus versiones dicen que era una ramera.
Algunos han sugerido que pudo haber tenido un negocio lucrativo producto de su prostitución. No lo sabemos con exactitud, pero si sabemos que el pecado sexual era una forma de vida para Rahab. Era un estilo de vida. Es como ella se ganaba la vida. Sabemos que estaba esclavizada a los deseos de su carne. Era una adicta al sexo.
Ahora, lo que no sabemos es cómo fue su crianza familiar. Sabemos que tenía una madre y un padre y hermanos y hermanas. Y vamos a ver eso.
No sabemos qué tipo de heridas o daño pudo haber experimentado en su pasado. No sabemos qué le pudieron haber hecho. No sabemos nada acerca de eso, pero si sabemos que ella se involucró en pecados sexuales como una forma de vida como un medio de proveer para sí misma.
Ahora, algunos comentaristas y eruditos antiguos sugieren que Rahab no era una prostituta, sino que simplemente manejaba una posada, y la palabra en el hebreo del Antiguo Testamento que es traducida “prostituta,” también pudiera ser traducida como “posada.” Yo pienso que quizás estos comentaristas y eruditos antiguos quisieron remover el estigma asociado con esta mujer quien se convirtió en uno de los ancestros del Señor Jesucristo.
¿Cómo puede tener Cristo una prostituta en Su trasfondo, en Su linaje? Pero no hay duda de que esta mujer era una prostituta. La palabra traducida “prostituta” que se usa en referencia a Rahab en el Nuevo Testamento ocurre dos veces, “Rahab la prostituta,” y no hay duda en el lenguaje Griego de que se trata de una prostituta. De hecho, es la palabra relacionada con porne en el Griego, de donde obtenemos nuestra palabra pornografía.
Pudo haber sido una posada, pero sin duda, también era una mujer de mala reputación. Creo que es importante, al ver la vida de esta mujer, que nos demos cuenta que ella no era solo producto de una cultura malvada, aunque sí lo era, y no solo era una víctima de su forma de crianza. No era una inocente espectadora. Era una participante activa en la iniquidad que caracterizaba su cultura.
Había participado a sabiendas en lo malo, y había personalmente sacado ganancias de los apetitos degradados de su cultura. Juntas todo esto y dices, desde nuestra perspectiva, Rahab era una candidata improbable para la gracia de Dios. ¿Estarías de acuerdo? Piensa en su trasfondo, lo mismo Jericó; era también un lugar improbable para que la gracia creciera y se derramara o para que se hallara fe allí.
Tenemos todo un capitulo en el libro de Josué, Josué capítulo dos, que está dedicado a su historia. Mientras se desarrolla la historia, vemos que su vida es un contraste con el resto de los cananeos. Es un contraste con la ciudad de Jericó. Vemos en su historia los temas de juicio, lo cual Jericó experimentó, y de salvación, la cual Rahab experimentó, y vemos estos dos temas de juicio y salvación, uno al lado del otro, a través de la Escritura— dos hilos o temas grandes a través de la Palabra de Dios.
Ahora, Dios no miró a Jericó y dijo, “oh, ahí hay una buena mujer. Creo que la rescataré antes de juzgar la ciudad.” ¿No es interesante, que Dios escogiera plantar semillas de fe y de gracia en el corazón de una mujer que era un fracaso, que era rechazada, alguien vil, alguien que no era noble? Ella estaba en el extremo inferior de la escala social y moral, y Dios dijo, “Esa es la mujer que Yo quiero salvar”.
Así que humanamente hablando, Rahab es la última persona que esperaríamos encontrar interesada en convertirse en una creyente. No hubieras esperado encontrar fe genuina en una mujer con este tipo de pasado, ¿no es cierto?
La parte de la historia de Jericó con la que estamos más familiarizados es la parte cuando los muros cayeron. Todo y todos fueron destruidos, y esa es una parte importante de la historia de Jericó. Es una historia de juicio divino. Es una historia de juicio merecido.
La historia es una advertencia para individuos y culturas que odian a Dios, pero la historia de Jericó no es solo una historia de juicio. Es mucho más que eso.
Es una historia de esperanza.
Es una historia de gracia.
Es una historia de misericordia.
Es una historia de salvación.
Es una historia de cómo Dios, en Su increíble y maravilloso amor, encontró a una persona improbable en un lugar improbable, y antes de Dios juzgar a esa ciudad perversa, Dios demostró misericordia.
Dios le concedió gracia y fe a esta mujer y a su familia y salvó sus vidas de destrucción, y estoy tan agradecida que todavía tenemos un Dios que, aunque un día tendrá que mandar juicio sobre este mundo perverso y corrupto, tenemos a un Dios que está buscando salvar pecadores, un Dios que dice, “Yo puedo reclamar y redimir a fracasados, pecadores, perdedores y hacer algo nuevo de sus vidas”.
Leslie: Es maravilloso como Dios puede hablar por medio de la vida de una prostituta para recordarnos a ti y a mi qué tan necesitados estamos y qué tan grande es Su misericordia. El programa de hoy empieza una serie de Nancy Leigh DeMoss llamada Rahab y el hilo de redención. Es una enseñanza poderosa acerca de cómo Dios escoge aun a esos que no son amados y que son rechazados.
Me encanta este tipo de enseñanza bíblica detallada que Nancy provee para las mujeres, y está siendo bien recibida por muchas otras mujeres también. Una mujer nos escribió para decirnos que ella había pasado los primeros cuarenta años de su vida tomando una serie de decisiones imprudentes, pero alguien la introdujo a la estación de radio local de su ciudad. Nos escribió y nos dijo que Dios usó a Aviva Nuestros Corazones para cambiar su vida.
Ella escribe, “He regresado a la iglesia, tengo una vida activa de oración, y comencé a investigar maneras de estudiar y entender la Biblia”. Ella también adquirió una copia del libro de Nancy, “Escoja Perdonar”, y dice que al leerlo fue “un momento decisivo en su vida”.
Ella escribe, “nunca pensé que yo era digna de perdón ya que algunos de los pecados que he cometido son inconcebibles, y no sé cómo verdaderamente perdonar a los que realmente me han ofendido. También tuve que sobrepasar mi ira hacia Dios. Tu libro verdaderamente fue una bendición en mi vida”. Nancy, recibimos muchas cartas que nos dejan saber que Dios está haciendo algo especial por medio de Aviva Nuestros Corazones, ¿no es así?
Nancy: Oh Leslie, no te puedo decir el gozo que trae a mi corazón escuchar este tipo de historias y recibir este tipo de cartas, y yo sé que solo Dios puede cambiar vidas. Desde el comienzo de Aviva Nuestros Corazones, le hemos pedido a Él que use este programa para edificar Su reino, y estoy segura que sin el apoyo de la oración de nuestros oyentes, no estuviéramos escuchando este tipo de historias.
Estoy tan agradecida por nuestro equipo de patrocinadores; un grupo de personas que se han comprometido a orar por este ministerio, a compartir el mensaje de Aviva Nuestros Corazones, y a apoyarlo financieramente con regularidad. ¿Y sabes? Me trae mucha paz y ánimo cuando estoy estudiando, cuando estoy orando y grabando, el saber que hay un equipo cuidando por nuestras necesidades de oración y por nuestras necesidades financieras también.
Este apoyo permite que el equipo de Aviva Nuestros Corazones pueda enfocarse en el ministerio al cual Dios nos ha llamado: llamando a las mujeres a libertad, plenitud y abundancia en Cristo. Así que espero que consideres apoyar este ministerio al convertirte en parte de este grupo muy especial de patrocinadoras regulares.
Para saber cómo puedes hacerte parte de este grupo de personas, visita AvivaNuestrosCorazones.com. Encontrarás todos los detalles ahí. Si prefieres llamar, puedes hacerlo gratuitamente al 1-800-569-5959 y decir que deseas apoyar Aviva Nuestros Corazones.
Leslie: Mañana, continuaremos nuestro vistazo a la vida de Rahab, y descubriremos cómo Dios todavía está obrando aun en las escenas más corruptas, así que por favor está presente. Únete a nosotros en Aviva Nuestros Corazones.
Aviva Nuestros Corazones con Nancy Leigh DeMoss es un ministerio de alcance de Life Action Ministries.
Todas las Escrituras son tomadas de La Biblia de las Américas a menos que se indique lo contrario.
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